Violencia Global y Responsabilidad Individual
Ex Rector del Centro de Educación de Rajghat, Fundación Krishnamurti India, Varanasi 221001, India.
Los eventos espectaculares de terrorismo que se tuvieron en los Estados Unidos hace unos meses han enfocado la atención del mundo entero en el tema de la violencia global. A primera vista puede parecer que sólo unos cuantos extremistas primitivos y malintencionados de un lugar remoto son responsables de estos actos y que por tanto deben ser eliminados. No sólo los Estados Unidos están tratando de hacer esto, también detrás de ellos se han añadido un grupo de países que piensan también que es necesario emprender una guerra contra el terrorismo a fin de proteger la llamada sociedad civilizada. Hay, sin embargo, dos clases de cuestionamientos que deben plantearse. La pregunta es: ¿hay sólo un puñado de hombres que están involucrados en esos actos responsables de lo que está ocurriendo? ¿Recae la causa solamente en aquellos bárbaros o hay causas más profundas que necesitamos apuntar? Puesto que si sólo nos referimos a los síntomas, encontraremos una cura temporal; si las causas son aún operativas del problema surgirá nuevamente. La segunda pregunta que debemos hacernos es: ¿si la violencia que está dándose es en venganza y es fundamentalmente diferente de la violencia que fue perpetrada? En otras palabras, hay tal cosa llamada violencia “justa” o violencia “injusta”? ¿Como se definen las “justas” y las “injustas” se definirán y quién las definirá? ¿Es esa violencia, cuando está de nuestro lado, protectora de nosotros y destructora de otros justa, pero es injusta cuando nos destruye? Si así es, ¿cómo decidimos quiénes son “nosotros” y quiénes son los “otros”?
Hay claramente varios tópicos que están involucrados y si queremos entenderlos de fondo, es importante replantearse nuevamente esas preguntas, sin conclusiones premeditadas. La calidad de la mente con la que uno enfoca las preguntas es muy importante. Me parece que una mente que es tanto científica como religiosa es al mismo tiempo necesaria. Científica en el sentido de que descansa en la observación, es precisa, objetiva, racional y curiosa. Y religiosa en el sentido de que es libre de prejuicios, interesada en una percepción profunda de la verdad; una mente que tiene sensibilidad, un sentido de afecto, sin ninguna división ni fragmentación. Esto significaría que no estamos sujetos a ninguna respuesta artificial, no estamos interesados en una respuesta parcial ni limitada.
A fin de observar la situación global objetivamente, propongo el siguiente pensamiento como experimento. Imaginémonos un extraterrestre en el espacio que está en su nave espacial y que tiene los medios de observar todos los fenómenos que se llevan a cabo en la tierra. No siendo parte de ninguna nacionalidad o religión particular, ¿cómo observaría lo que está ocurriendo en el planeta? Poniéndose uno mismo en el lugar de ese extraterrestre, uno puede visualizar mirando la tierra desde el espacio. Lo primero que vería sería una esfera hermosa con tonalidades verdes y azules, magníficas por su tamaño y color. Mirando más de cerca, uno vería las montañas y los ríos, los árboles y las plantas, las aves y los animales y los seres humanos. Uno vería que los seres humanos han desarrollado agricultura, que han hecho gran progreso en ciencia y tecnología. Han también construido maravillosas ciudades en donde vivir, con edificios y construcciones avanzadas, y que usan aeroplanos para transportarse. El extraterrestre estaría muy impresionado de lo que han hecho los seres humanos y el conocimiento que han amasado. Pero cuando mira más de cerca, notará que los seres humanos que viven en cierta área viaja libremente dentro de esa área pero son incapaces de moverse libremente para cruzar ciertas líneas invisibles. Si bien le parecería que el globo es uno, los seres humanos parecería que han creado sus propias fronteras. Tomamos nuestras naciones separadas como un hecho dado; pero se preguntará, cuando las montañas son continuas, el aire es continuo, y así los bosques y los ríos ¿por qué estas gentes se paran en cierta línea? ¿Por qué son tan móviles dentro de ciertas regiones y más allá de ciertas fronteras imaginarias de esas regiones no son tan móviles? Y si continúa observando cuidadosamente también verá eso en diferentes lugares en la tierra, los seres humanos están ubicados en su lado de las líneas, apuntando sus armas y tanques, listos para matarse unos a otros. ¿Y se preguntará qué es lo que pasa? ¿Por qué estas personas tienen la intención de matarse unos a otros y por qué tan inconscientes de la belleza de las montañas y ríos? ¿Qué los ocupa y por qué están tan divididos y listos para matarse unos a otros?
Si es más inquisitivo podría preguntarse si este es un fenómeno reciente: ¿ha pasado algo en la tierra que les cause comportarse de esta manera? Podría dirigirse a los libros de historia para averiguarlo. Lo que encontró es que todo lo registrado en la historia humana, yéndose 5000 años atrás, está lleno de guerras. Observará que por miles de años estas gentes han estado peleándose unas con otras por diferentes motivos. Y sin embargo se consideran así mismo ser el pináculo de la creación, seres civilizados que son muy superiores a otras especies vivientes. El extraterrestre, que tiene una mente religiosa y que se ha cultivado y se ha hecho científico, pudiera preguntar si realmente son superiores? ¿Con qué criterio civilizado puede decirse que los seres humanos son superiores a las plantas o animales? ¿Han sido más bondadosos, más protectores de su ambiente o entorno de cada uno de ellos?
Con el extraterrestre, nos debemos también hacernos esta pregunta seriamente: ¿realmente somos superiores, realmente cultos y civilizados? Los seres humanos pueden tener más habilidad, más poder, y una llamada inteligencia superior y poder así dominar el resto de la naturaleza, matar animales y plantas y destruir los bosques para su propio bienestar. Pero el poder puede escasamente ser el criterio de superioridad. Cuando examinamos la historia, o nos vemos así mismos, encontramos que no hay otra especie que haya sido tan cruel con su propia especie como lo han sido los seres humanos. ¡Sin embargo, nos consideramos superiores a los animales y a las plantas!
Evidentemente, el problema de la violencia global va mucho más atrás y mucho más de fondo. Aunque nuestra atención pueda hoy enfocarse al tema debido a los eventos recientes de terrorismo, ello ha sido una continuación por miles de años, Biológicamente, los científicos nos dicen que ha habido evolución de la planta al animal, de los mamíferos al mono y al hombre, y que este proceso continúa. Una pregunta que surge aquí es: ¿ha habido alguna evolución psicológica en los seres humanos? ¿nos hemos convertido en seres más bondadosos, más compasivos, más protectores de nosotros mismos y del ambiente? ¿Aunque los humanos han evolucionado en su tecnología y en sus formas de gobierno, no ha habido ningún cambio en nuestra propensión a la violencia y destrucción?
Esta perspectiva puede expresarse sucintamente y de manera humorística en el siguiente poema:
Cuando estuve un día en el zoológico, conocí a
Un mono superior
De franca y noble semblanza
Y forma placentera
“Mono superior” dije, “orando”
una cosa quiero saber,
¿Si la bomba H del verano trajo inundaciones,
traerá la de invierno la nieve?”
“Un placer señor” contestó el mono,
Después de algún titubeo,
“Si usted no piensa que yo presumo
Sobre mi propia estación,
Seguramente porque es obvio
Que no hay necesidad de preocuparse
Con tales riesgos, ningún hombre hará
Caer otra de prisa”
“Oh, mono necio, usted no entendió el punto”
Lloré con indignación
“Arrojarlas debemos, así aseguramos
La salvación de la democracia.”
“En efecto”, replicó el mono “Por qué entonces
Si su intención es la muerte,
Veo realmente pequeña diferencia entre
Congelarse o freírse
Si toda esa evolución se hace y
Es traerte a esta etapa,
Entonces debo estar afuera”, dijo,
“Y usted en la jaula”.
Paul MacClelland en “El Nuevo Hombre de Estado”
Habiendo visto que la violencia ha continuado por más de 5000 años, debemos objetivamente examinar lo que ha sido nuestra respuesta a esto. En el último siglo, para prevenir guerras desastrosas entre las naciones, creamos las Naciones Unidas. De esta manera cuando dos países están a punto de prender la mecha de una guerra, la labor de las Naciones Unidas es intervenir y permitirles platicar, para recurrir a la diplomacia y ver que ellos no empiecen una guerra. Pero debemos preguntarnos a nosotros mismos, ¿cuándo le llamamos a ello una “guerra”? ¿cuál es el nivel en el cual la violencia debe llegar antes de declarar una “guerra”? ¿Es cuando las armas empiezan a hacer fuego, cuando los aviones empiezan a cruzar y cuando empiezan a lanzar bombas? ¿o es cuando, odiándonos unos a otros, queriendo matarse uno al otro, estamos ya en guerra? Aunque no se haya manifestado así mismo, la violencia ya existe en nuestra conciencia antes de que se declare una guerra.
Si lo vemos a nivel de la nación, hemos creado una fuerza policial, un sistema de leyes-juzgados, reglas y regulaciones, a fin de contener las manifestaciones de la violencia. Por miles de años hemos tenido policías y esos juzgados legales.
Pero ¿hemos eliminado la violencia dentro de nosotros? Individualmente, los seres humanos continúan sintiendo celos, sintiendo enojo y odio. Tratan de controlarse a sí mismo y constantemente fallan. Por 5000 años, quizás más, desde la época del Mahabharata hasta nuestros días, el fenómeno de la violencia ha permanecido como parte de nuestras vidas. Es un fenómeno global, es un fenómeno muy antiguo, y sus raíces son profundas. Si tratamos y buscamos controlar sólo los síntomas no podrá haber ningún cambio. La violencia se mantiene manifestándose una y otra vez. Por tanto, obviamente, no nos hemos liberado de la violencia con sólo controlar la violencia. Esto no significa que uno no deba controlarla. Pero es importante darse cuenta hondamente que el control no elimina las causas de la violencia.
Debemos por tanto examinar las causas más profundas de la violencia. Puesto que la violencia no sólo recae en Osama Bin Laden y los terroristas, cuyos actos no son sino manifestaciones espectaculares de ella. Hay violencia cuando un hombre subyuga a una mujer; hay violencia entre familias; hay violencia en la delincuencia, en la familia, en la oficina, en la nación y entre comunidades, castas y grupos religiosos, hay una violencia psicológica que opera todo el tiempo. Uno puede inclusive no reconocerla como violencia. Puesto que uno puede humillar u ofender a otro ser humano, y es legal. Solamente la violencia física se castiga, porque viola la ley. El mecanismo completo del control legal no puede eliminar la violencia que cargamos en nuestro interior.
La causa real de la violencia es el odio y la división que hay en el corazón del hombre. Debemos examinar cuando este odio nace. A menos de que vayamos a su fuente, estaremos jugando con los síntomas en la periferia. Para comprender las causas más profundas de la violencia uno tiene que preguntarse, ¿qué crea división? ¿Qué hace que me sienta que estos son mis paisanos, y aquellos son otros? ¿Cómo trazo mi frontera entre yo mismo y el otro? Puesto que la división surge ahí mismo y que la división nos conduce a la violencia. Cuando sólo estoy interesado en el bienestar de mi gente, no me importa otra gente. Ellos no son mi preocupación, no son mi responsabilidad. Inclusive los exploto para cosechar beneficios para mi gente. En una guerra puedo matar a otros y ser condecorado como un héroe.
¿Por tanto de dónde surge esta división que hay en cada ser humano? Cada ser humano nace de alguna familia, en algún país, como parte de algún lenguaje, alguna religión. Creciendo en medio de gente que le rodea, dependiendo de ellos, esta es mi familia, este es mi lenguaje, esta es mi cultura y mi religión. Junto con esto surge la idea de otros. Nuestro proceso de pensamiento como un abogado, se interesa en los beneficios para mí y en lo mío, cuidando sólo de mí y de lo mío, e ignorando o denigrando a los otros.
Las capacidades de la memoria, el pensamiento y la imaginación son dones que hemos recibido durante el curso de la evolución en mayor medida que otros animales. Son estos los dones que generan el poder que el hombre tiene. Nuestros logros se originan de allí, pero también todos nuestros problemas. Puesto que estas herramientas que la naturaleza nos ha dado son generalmente usadas para fomentar los intereses del yo y de lo mío. Aunque ocasionalmente platiquemos sobre la bondad de “otros”, básicamente esta división se ha incrustado en nosotros. Tal es el proceso de la mente que está centrada en sí misma. Pensando sobre mí – mi cuerpo, mi familia, mis hijos, mi cultura, mi país – se convierte en un proceso cerrado en sí mismo. Esto constantemente marcando mis fronteras y esa gente que está afuera se convierten en los “otros”.
Uno pudiera preguntarse, ¿no es eso natural? ¿Dada la progresión con la que esto sucede parece así inevitable, uno puede encontrar falla en cualquier paso en el proceso? En efecto, es algo que le acontece a cada ser humano. Pero la pregunta que tenemos que hacer es: ¿estamos permanentemente atrapados en esta condición? ¿ o podemos salir de ello? El animal, en sus reacciones, está completamente gobernado por sus instintos, por lo que la naturaleza le ha dictado. Es amoral, no puede librarse del pasado. ¿Pero nosotros estamos completamente condicionados por nuestros instintos, por la forma en que el pasado nos ha creado: el pasado biológico, el pasado cultural en la forma de religión y lenguaje y el pasado de mis propias experiencias? Si estoy completamente atrapado en esto, entonces el sentido de división, con su conflicto y violencia, es inevitable. Pero hay quizá en los seres humanos la posibilidad de una respuesta diferente. Puedo empezar preguntándome seriamente: ¿cómo esta división entre el yo y el “otro” empieza? ¿Puedo librarme de ello? Si nos cuestionamos a fondo puede que nos demos cuenta que internamente no somos diferentes uno del otro, que las diferencias existen alrededor de nosotros pero necesitan crear división. La gente alta no ha tenido una guerra con la gente de baja estatura, ¡por lo menos no hasta ahora! Y las personas de cabello oscuro no están peleando con las de cabello castaño. La gente no se agrupa alrededor de esta clase de diferencia. Tal diferencia es un hecho natural: al igual que dos árboles no son iguales, ni tampoco dos seres humanos son exactamente iguales. ¿Por tanto cuándo la diferencia crea una división? Si yo veo a un negro como negro y a un hombre blanco como hombre blanco, eso no crea división. Es simplemente un hecho. Sin embargo, si digo que los blancos son superiores a los negros, entonces me convierto en un racista y he creado una división.
¿Cómo entra esa idea de superioridad, de juicio de valor? Hay en algún lugar un proceso de comparación, de evaluación, de preferencia, que continúa. Debo examinar este proceso, porque es la fuente de donde surge la división. Si a uno le preguntaran si un roble es superior a un eucalipto, uno puede encontrar que es extraño considerar como superior a uno respecto del otro. Un roble es un roble y un eucalipto es un eucalipto. No hay tal cosa superior o inferior. Por otra parte, ¡si uno quisiera sombra, un roble pudiera verse superior y si uno desea aceite, el eucalipto puede ser superior! Pero si uno no desea nada, entonces no hay tal cuestión de superioridad o inferioridad. De aquí que, es el “desear algo”, el deseo a través del cual uno mira, que crea la definición o la escala, basado en qué superioridad o inferioridad se juzga. En pocas palabras, eso que me acomoda, que me da confort, que me protege, se convierte en algo superior en mis ojos.
Este proceso ha dado origen a un enfoque egocéntrico en la vida, donde yo juzgo todo desde el punto de vista de lo que deriva en un beneficio. Yo me identifico con la familia o con una nación porque me siento seguro y protegido. Siento que soy similar a esa gente, que pertenezco a ellos, que me cuidarán. En un nivel, uno podría considerar esto natural, puesto que es como todos sienten. Sin embargo, necesito ver que mi mente enfoca la vida en una forma egocéntrica con la esperanza de que estaré más seguro y protegido o de que ganaré beneficios y ventajas para el yo y lo mío.
Sin embargo, esta esperanza es efecto puede ser una ilusión. Debemos preguntar si realmente estamos seguros en este proceso de identificación y división. ¿No ha creado esta división por sí misma una mayor inseguridad? Porque, de esa división proviene la división entre hindúes versus musulmanes, los católicos versus los protestantes. De este sentimiento han surgido conflictos perpetuos y el uso del poder para aniquilar a cada uno. Es aquí donde la violencia empieza y se sostiene. Este proceso psicológico de división puede ser la causa más grande de violencia en el hombre. Y si todos los seres humanos son violentos, ¿cómo puede el conjunto de seres humanos, que es la sociedad, ser no violento? Si cada ser humano es egocéntrico, agresivo y abriga el odio, cualquiera que sea la forma de organizarlo – como una sociedad comunista, una sociedad socialista o una sociedad democrática – la violencia dentro del hombre inevitablemente se expresará en la sociedad. Por tanto uno no puede culpar a la sociedad fuera de nosotros. Debo ver que soy sólo responsable totalmente de terminar con la violencia. Cuando cada uno de nosotros es violento, creamos un mar de violencia, y en ese mar de violencia hay tormentas, que son circunstanciales – algunas veces sucede en Irlanda, algunas veces en Cashimira, algunas otras en Bosnia, y algunas veces en Nueva York. El potencial de ello está siempre presente mientras esta división exista y el odio entre los seres humanos permanezca. Allí radica el centro nervioso del núcleo del problema.
Aunque nuestras vidas externamente hayan cambiado y hayamos hecho un tremendo progreso tecnológico, internamente hemos progresado muy poco. Todavía somos tribales y por mi país o por mi gente estamos preparados para matar a otra gente. El mismo odio que se manifestó antes cuando había arcos y flechas y hachas, hoy se manifiesta a través de nuestra tremenda habilidad y poder para construir bombas nucleares y otras armas sofisticadas. El desarrollo desproporcionado del ser humano es la fuente profunda de la violencia global multiplicadora que vemos alrededor de nosotros.
Individualmente, nos parece que la violencia del terrorismo está muy distante de nosotros. Sin embargo, lógicamente y racionalmente podemos ver nuestra complicidad en ello, dado que todo está conectado. Es un proceso de causa y efecto y el efecto se convierte en la causa del siguiente efecto, etc. Así empieza de aquí, del sentido de la división en cada uno de nosotros, y termina allí. Cada uno de nosotros está contribuyendo a esta violencia, pero es conveniente hacer de gente como Bin Laden el chivo expiatorio. Nos tenemos que preguntar a nosotros mismos ¿qué fue lo que creó un Bin Laden? ¿No fue también la elite educada quien también contribuyó a crear Bin Laden? Porque, todos hemos sostenido que los factores que están detrás es el odio. Y ahora estamos incrementando el odio bombardeándolos a “ellos”. Unos 100 más Bin Ladens surgirán por las mismas razones que el original Bin Laden surgió. A menos que entendamos qué crea a un Bin Laden, ¿cómo podríamos liberarnos nosotros mismos de la violencia, vengándonos?
Las raíces de la violencia pueden ser enfocados entendiendo que es la manifestación fea y espectacular del ego el problema; el ego en sí mismo es el problema. Y el ego es el enfoque egocéntrico que damos por descontado. ¿Es el ego algo tan natural e inevitable. O sólo estoy asumiendo que la manera que uno ha estado utilizando el pensamiento, la memoria y la imaginación es la única forma que puede utilizarse? Nuestro sistema actual de educación refleja la suposición de que los seres humanos no pueden cambiar en el uso de sus facultades. Nos lleva todo el tiempo educando a un niño para que entienda su mundo externo – cómo funciona la computadora y como un cohete va a la luna. Pero no gastamos ni siquiera unas cuantas horas discutiendo el origen de la violencia. ¿No debiéramos ahondar en este cuestionamiento seriamente? La búsqueda religiosa es esencialmente una búsqueda para descubrir el uso correcto de las facultades que hemos adquirido en el curso de la evolución. ¿Y no debe ser parte de nuestra educación?
El tema de si es posible para un ser humano transformarse internamente requiere de gran urgencia hoy. Quizás, no haya mucho tiempo, porque la manera como están las cosas, los científicos dicen que la Tercera Guerra Mundial será la última guerra. Eso significa que las consecuencias de supervivencia son mucho peores que las consecuencias de perecer. Este es un comentario científico y no un tipo de emoción. Es el umbral de la destrucción que hemos ocasionado nosotros mismos y la humanidad. ¿Qué será lo que nos permita darnos cuenta del enfoque total a la vida, que está realmente en un peligro grave para nosotros mismos?
Encarando estos temas directamente nos debe permitir un entendimiento de nuestra responsabilidad individual. Tenemos que explorar profundamente la verdad sobre la violencia que está allí dentro de nosotros. A menos que cada individuo se haga responsable de entender las causas de la violencia dentro de sí mismo y descubra el fin de la violencia, no hay cambio fundamental posible en la sociedad. Pero uno pudiera preguntarse, ¿cómo puede ser esto posible?
Un indicio puede ser la forma en que respondamos cuando podamos percibir una amenaza directa a nuestra vidas. La naturaleza nos ha dado una cierta inteligencia que nos previene de poner el dedo en el fuego, o de saltar a un precipicio; o de pararse en medio de una carretera frente a un camión y ser arrollado. Uno no tiene que pensarlo, uno inmediatamente se mueve: el peligro es tan claro. ¿Puede un ser humano igualmente percibir el peligro del enfoque egocéntrico? Si lo percibimos como percibimos el peligro del fuego, la inteligencia de la naturaleza actuará. Uno entonces no vivirá de esa manera. Uno no enfocará a nuestro amigo, o a cualquier ser humano, o inclusive a un animal con ese instinto egocéntrico.
El problema puede ser que no hemos visto el peligro. Sólo dando rienda suelta a nuestro impulso egocéntrico no es suficiente, puesto que tenemos que ver su gran peligro para nosotros mismos. Krishnamurti lo señaló bastante dramáticamente, cuando dijo, “Tu casa se está incendiando, y no estás conciente, estás durmiendo”. Nos reímos ante la figura de Nerón quien tocaba la lira mientras Roma se incendiaba. Pero nosotros podríamos ser como Nerón: nuestra casa se está quemando y nosotros tocando la música de las leyes y las reglas para contener al violencia, impulsando ciertas distracciones para escaparnos de enfrentarlo, u ofreciendo algún tipo de adoración en una vana esperanza de un futuro mejor.
Por tanto cada individuo debe tomar responsabilidad individual para que la violencia termine en su conciencia. Sin eso no hay posibilidad de poner fin permanentemente a la violencia que hay en el mundo.
Traducción:
Salvador D. Rojas
Mayo 2, 2005.